Antes de tu sesión, reserva al menos 30 minutos en un espacio tranquilo para reflexionar. Conecta contigo mismo, identifica sensaciones físicas o emocionales y, si lo deseas, define una intención clara para el tratamiento, por ejemplo mejorar el sueño, reducir el estrés o equilibrar emociones.
Bebe agua y toma alimentos ligeros un par de horas antes. Evita comidas pesadas para no distraer tu energía durante la sesión.
Usa ropa holgada y cómoda, como pijama o ropa deportiva. Lleva calcetines si notas frío en los pies. Esto te permitirá relajarte mejor durante el tratamiento.
Llega al menos 10‑15 minutos antes para completar formularios, hablar con el terapeuta y exponer tus inquietudes, condiciones de salud o zonas sensibles.
La sesión puede durar entre 45 y 90 minutos, recibirás Reiki recostado o sentado, con toques suaves o manos ligeramente separadas del cuerpo. Si sientes calor, frío, cosquilleo o simplemente paz interior, permítete sentir sin analizar nada.
Tras la sesión, busca un momento de calma —unos 15‑20 minutos— para meditar, escribir o estar en silencio. Hidrátate bien y consume una merienda saludable. Esto ayuda a asentar la energía recibida.
Al día siguiente es normal sentir relajación, hambre o sueño. Lleva un diario para registrar sensaciones, emociones o cambios físicos. Esto te ayudará a evaluar el efecto de la sesión y planificar nuevas visitas.
Prepararte para tu primera sesión de Reiki con atención y apertura potencia su eficacia. Reflexionar, hidratarte, vestirse bien, llegar con calma y cuidar de ti después son prácticas clave. Sigue tu experiencia paso a paso y deja que cada sesión te guíe hacia mayor bienestar físico, emocional y espiritual.