Los aceites esenciales son extractos concentrados de plantas que contienen compuestos aromáticos terapéuticos. Cuando inhalas su aroma, las moléculas activan áreas del sistema límbico —como la amígdala y el hipotálamo— que regulan emociones y respuestas fisiológicas. También pueden aplicarse tópicamente, siempre diluidos en un aceite base, para efectos locales y sistémicos.
Cada día puede requerir un perfume distinto según tu ánimo, nivel de energía o necesidad mental. Aquí tienes una guía para acertar:
Alternar aceites según el día puede ser más efectivo que usar el mismo siempre:
Puedes usar aceites de maneras combinadas: Difusor: ideal para el ambiente, usa sesiones de 30 minutos con ventilación. Inhalación directa: coloca una gota en pañuelo o manos, inhala lenta y profundamente. Tópico: siempre diluido al 1–3 % en aceite base (jojoba, almendra); haz test de alergia en brazo. Baños o sprays: añade 5–10 gotas en agua tibia o en envase con alcohol para pulverizar sobre almohadas o sábanas.
Elegir el aceite esencial adecuado cada día puede convertirse en un ritual adaptable a tus emociones y tareas. Desde energía matinal con menta y limón, hasta calma vespertina con lavanda y olang-ylang, tu olfato y mente te lo agradecerán. Combina métodos aromáticos, respetando dosis y seguridad para disfrutar plenamente de los beneficios de la aromaterapia en tu rutina diaria.