Para el miedo a situaciones concretas (fobias, hablar en público, temor a perros), la esencia Mimulus del grupo “miedo” ayuda a recuperar valor y serenidad ante lo conocido.
Cuando la ansiedad surge sin razón clara, con inquietud o aprensión, Aspen actúa liberando el miedo indefinido y restableciendo confianza y calma interior.
Frente al desaliento tras pequeñas dificultades o ante dudas recurrentes, Gentian del grupo “incertidumbre” aporta ánimo y esperanza.
Para quienes se sienten aislados, con necesidad constante de compañía o atención, Heather ayuda a cultivar conexión auténtica y capacidad de escucha interior.
Cuando la mente está en otro lugar, con poca atención y anhelos de evasión, Clematis ayuda a reenfocarse y vivir el momento con creatividad.
Para estados de desesperanza intensa, resignación o tristeza profunda, Gorse renueva la confianza y la valoración de nuevas posibilidades.
Si te encuentras sobreprotegiendo o controlando a otros, con tendencia a reclamar atención, Chicory ayuda a equilibrar el amor con espacio personal y confianza en los demás.
Para personas rápidas y críticas, que se irritan con lentitud ajena, Impatiens fomenta la empatía, paciencia y tolerancia emocional.
Para quienes viven anclados en recuerdos, añorando el pasado, Honeysuckle ayuda a soltar el pasado y reencontrar alegría en el presente.
Si tienes pensamientos repetitivos o durmiendo se vuelven invasivos, White Chestnut ofrece una mente más silenciosa, tranquila y descansada.
Las esencias florales de Bach ofrecen un sistema sencillo para apoyar la gestión emocional. Cada esencia está asociada a una emoción específica y se agrupan según el tipo de malestar que ayudan a equilibrar. No actúan como medicamentos, pero pueden complementar terapias emocionales, siempre utilizados con responsabilidad y en contexto adecuado.